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Daddy Joy

Daddy Joy

Conocí a mi padre espiritual con cuarenta (o más) años. Vino a decirme que hacer una división porque te lo manda tu profe no es tan importante como aprender a reírse. A Daddy le encanta pintarse los labios, está guapísimo con el color carmín y el rosa. Mamá y él nunca han vivido juntos y yo tengo un hermano gemelo de otra madre. Esto ya lo he contado más veces, pero quizá tú no lo sepas, por eso me repito.

Lo más característico de Daddy Joy es que prioriza la alegría. Él me enseñó que en nuestra sociedad la alegría muchas veces está escondida bajo capas de convenciones y normas que no nos pertenecen. Él fue quién me dijo que yo tenía no sólo el permiso sino el deber de regocijarme en la vida. Estar viva es tu regalo, regaliz, me dijo. (O algo así, a veces nos cambiamos las frases y no nos importa porque lo que prevalece es el mensaje y la carcajada).

La carcajada nunca puede ser a costa de les otres, eso también me lo dejó muy claro, aunque yo por aquel entonces ya lo sabía. Me lo recordó porque sabe que es fundamental.

Fin (por ahora).