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disneylandia salvaje

Ya lejanos los hechos,
el discurso se ha ido acrecentando,
todo síntoma esconde salud y enfermedad
-crear es destruir algo sin vida-,
ni la poesía alumbra lo ido,
ni lo ido regresará;
pulido inversamente, este último juego
precisa la oquedad de los dioses,
la eminencia del gris devastador,
el gueto donde el lujo
ha dado muerte al sacrificio,
el quicio de lo bruto consumando las voces;
el atardecer de cristal
de las metrópolis vencidas
tutelará
la contaminación
esculpida en las muertes circulares,
doblegará la historia supurando
ombligos y barbaries,
el tedio de los locos en la barca
de la pornografía
protagonizará
el espejo de la ignorancia
y las bases del nuevo
medievo tecnológico;
una lúgubre ficción mora
en los intersticios del alma,
lo llaman el edén de la bondad descuartizada;
y reinará el infantilismo
y lo llamarán esperanza,
más tarde, libertad, cine o ciudad,
y será un inmenso espectáculo,
un viaje perpetuo al disparate mundial;
y el nuevo santuario de la palabra reinará
más allá de la historia,
y la academia se reducirá a ruinas del olimpo
y su patrimonio real será el incesto
-su espacio el olvido metafísico-
y la política aupará a los telenoticias
a las nuevas hordas de acosadores
y legionarios con aires victimitas
harán de la enseñanza
un sentimiento impuro y anecdótico
hasta acumular un ejército
capaz de acordonar la eternidad a través de tic-toc;
y entonces la salvaje disneylandia
implantará sus vacaciones
en el caleidoscopio del albor,
y las caritativas intenciones
harán del mundo un juego
escaso de reservas, más allá de los hechos,
de aquello que alguna vez fue real;
y protestaremos a todas horas
con deprimidas
expectativas
en una nada de bolsillo
y un germen galopante
esperando el paraíso virtual
donde el genoma de idiocia
vencerá por fin a la libertad;
y la mentira
será un eco triunfal
que nos hará ricos,
y la ficción
será el flamante reino de los cielos,
donde todos seremos
ángeles
caídos en piscinas millonarias;
y la seguridad
y la alimentación
transgénica
documentarán nuestro cáncer
mientras millones de turismos
estallarán sus alas
contra el ozono
al asalto del libre emporio,
en una democracia de inmigrantes
rescatados y vendidos por oro
en el fragor de los aires acondicionados,
en el zumbido de las balas
en Mariúpol
mientras nos refrescamos
en el casino
con un nuevo Gin Tonic;
porque nuestros hijos delirarán
con toboganes numéricos mientras
mil millones de series
americanas
nos explicarán la antropología
del monstruo veintiuno;
¡y disneyworld será salvaje!
y la gloria televisiva y…
la neurociencia
un viaje a la felicidad en…
el parque de atracciones;
y habrá una revolución virtual
y un bienestar calórico
y un amor
alérgico al amor,
y una voracidad anémica
con forma de aspirina digital

¡Y disneylandia será líquida,
libre y totalitaria!

Aquí, lo verdadero es falso
y lo falso real.

Y así está bien.

por arturo martí