La carrera

Paraíso escondido,
donde la heteronorma no es la norma,
donde gobiernan nuestros cuerpos,
aquí no cabes Adam,
ni tu padre tampoco.

Un halo de seguridad me invade,
aquí no tengo miedo,
siento el abrazo mullido de nuestros antepasados,
los que hacían la carrera,
los escondidos,
los primeros.

La belleza de la casualidad,
desconocido mío,
sí, tú sí.

Ardo en un abrazo,
la ley del deseo,
amor furtivo,
sexo sucio
y consentido.

Así crecimos
los desheredados,
los no queridos,
los odiados,
los furtivos.

Cancaneo.