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fanzine nº 6: desparpajo

ALMA

Aunque no hace nada de frío en el patio, aunque nadie se lo pide, trae de la casa una manta para cada uno y nos la pone encima de las piernas. Luego, sin que nadie se lo pida tampoco, trae un brik enorme de batido de chocolate y lo pone de golpe en la mesa con actitud de reproche. Algunos invitados, por educación, dejan en otro lado la cerveza y esperan a que les traigan los vasos. Quién le dice que no. Luego se sube en lo alto de la escalera y empieza, sin que nadie se lo pida, a darnos razones (sus razones, claro). Lo hace gritando. Casi todos sonríen por cortesía. Todos interrumpen sus conversaciones, un chiste se queda a mitad. Está claro que nadie puede hablar, aunque quisiera; salvo ella, claro. Ella siempre tiene que ser el centro de atención. Y no le basta sentarse, no: tiene que subirse a la tribuna para darnos cátedra con su boca desdentada, con sus hilillos de baba que llegan hasta el suelo, hablando sin parar, incomprensiblemente, casi diría con violencia desde el púlpito y siempre gesticulando como un dictador con el sonajero en la mano.

 

por DANIEL HERRERA