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fanzine nº 6: desparpajo

Un soneto me manda hacer Violante

I

Pues era un poema al estilo de Lope en el famoso soneto que parece que crujiera como un pergamino “Un soneto me manda hacer Violante” se llama, (búscalo en google si no lo has leído). Siempre me pareció más bien ñe el soneto, como un armiño disecado sobre una mesa de camping, como comer polvorones un domingo, y sin embargo está bien lo que dice, con lo que juega, así tan barroco, lo de los espejos y tal. En fin, se trata de eso entonces. Lo que lees es un poema, pertenece a un libro (aunque lo estés leyendo en una pantalla) y entonces pues eso, no te vas a encontrar recetas de cocina o instrucciones para montar un armario, tienes un poema entre manos. Y se trata de hacerlo mientras lo lees y yo no sé ni por dónde empezar, pero lo intuyo. Y de eso va la cosa. Se puede decir con más o con menos palabras ir yo palpando sonidos como un ciego y tú interpretando. Ahora, te confieso que no sé hacia dónde ir. Sólo siento soledad, falta de ideas, incapacidad de plasmar la visión luminosa, oscura, el amor, la belleza y esas cosas. Quiero hablar de la injusticia, algo político y que encaje también poéticamente, no sé si me explico, pero también hacer sentir la brisa en las palabras y todo ese circo que tal vez esperamos de la poesía (aunque gente como el maestro Parra no) Paso de lo irónico, de verdad. Yo nunca fui irónico. Bueno, algunas veces. Me conformo con mandar mensajes que intenten rozar el aire, o que las palabras recreen el mundo que compartimos, ya sabes, de eso se trata, compartir. Tal vez has leído algo sobre el tema. Pues es el “tema” de lo que va el Violante del amigo Lope, y lo consigue. Algunos piensan que era un genio pero yo ni siquiera querría acercarme a ser algo parecido a ese tipo.

II

Entonces, desde muy lejos, en la India o por ahí, me dice una amiga, escribe el poema, prométeme que lo escribes mientras yo miro templos, intuyo a los dioses en la multitud entre el olor de la mierda y el incienso y me embeleso con el resto de turistas en los paisajes calcinados por los siglos y el plástico. Claro, le mentí, será un placer. Pero luego, con cargo de conciencia pensé: tengo que hacerlo de verdad con ese estilo del soneto que le hizo hacer Violante al amigo Lope, mientras pienso en haber estado allí, entre los terremotos, los niños sonriendo en el vertedero, sabiendo que todo eso hay que recordarlo como si fuera ella o imaginarlo o construir el poema que nos lleve lejos aunque estemos mirando la pared donde había un cuadro olvidado. Y sepamos que la sensación superior de tener la vida resuelta frente a los míseros campos salpicados de templos es la inasible realidad que no necesita a la memoria.

III

Ahora aquí. Amanece en el horizonte como un ganges incendiado, una nube de estorninos en el cielo y el aroma etíope de la cafetera, los niños durmiendo ajenos a la ambición: el amor que (imagino) aparece en el poema, el juego de referencias donde todo es perfecto como en Violante y que pocas veces encaja. Todos podemos hacer una frase inmensa o sabia, pronunciar la palabra perfecta en el momento justo. Se puede ser Simbad en la bañera de los sueños y es la música que surge de la noche acabada, la luna invisible de la vibración del mundo: lo único que queda como el susurro de los árboles que el tiempo calcina majestuosamente. La posibilidad de ese momento sin palabras. Lumbre.

 

por Japonés de la tierra